Durante los 2 años
que no estuvimos, trajeron cerca de 40 presos políticos, construyeron
un galpón para ellos y lo llamaban Colonia Penal de Satipo. Casi
todos eran Apristas bajo la custodia de la Guardia Republicana. Cuando
llegamos en 1933, ya los habían amnistiado y sólo quedaban
el galpón y los guardias.
Llegando me puse a trabajar
donde el señor Roberto Martig, quien era suizo y era el administrador
de la Ganadería del Centro. Instalamos la Rueda Hidráulica
para mover un trapiche, para esto construimos un canal, posteriormente
me fui con don Miguel, quien hizo un contrato con los Frailes para quemar
tejas y ladrillo para una capilla que luego, en el terremoto de 1947, quedó
en escombros.
Al regreso de Ocopa encontré
a mi mamá en un galpón desocupado de los frailes a la orilla
de Río Negro, por ahí pasaba el camino al Puerto. El encargado
de la Misión era don Isaac Grados que vivía con su familia
que eran muy conocidos por los Colonos de la misma promoción, nosotros
íbamos en busca de nuevos horizontes, como mayor me tocó
enfrentar un nuevo desafío: Hacer un rancho y plantar pan llevar
para alimentarnos. Al señor Grados le compramos una parcela de yuca;
por el camino habían parcelas abandonadas y en una de ellas me ubique.
Los primeros días
de mayo, rozamos y las pusimos, mientras secaban me fui a trabajar con
el señor Martig. Construimos una casa de paja y en ella nos instalamos.
A fines de junio notificaron
para cooperar en la construcción del local escolar. Cuando estabamos
trabajando, a eso de las 3 de la tarde vino un nativo avisando que se quemó
la casa, mi madre estaba sola y no sabía que hacer. A la otra orilla
vivían nativos quienes ayudaron a salvar algunas cosas. Cuando llegué
sólo habían cenizas. Mi madre llorando se echó en
mis brazos diciendo que hasta cuando Dios nos castigaría, la consolé
recordándole que el Señor castigaba a los que ama. Nos guarnecimos
en una choza de paja de arroz, al día siguiente temprano vino el
señor Grados para ayudarnos a levantar una nueva vivienda. El motivo
del incendio fue por 3 cartuchos de dinamita que estaban arriba del fogón
y una chispa bastó para prenderlo.
Repuestos del desastre empezamos
a sembrar. Nuestro próximo vecino era un español, Alfonso
Martínez, éramos buenos amigos. Ahí llegaba el Padre
Rafael Gastelua, Comisario General de las Misiones, nos conocimos en Puerto
Ocopa. Le gustaba escuchar canciones de Hungría que hasta hoy recuerdo.
Para el cumpleaños de Grados tomaba sus tragos; era del grupo don
Miguel Tacaks, y entre charla y charla, nos aventábamos nuestros
tragos.
El domingo de ley a Satipo
se unía don Miguel y a eso de la una regresábamos medio alegres
y bien remojado el garguero.
Cuando podía trabajaba
fuera, siempre en el mismo fundo.
Ya estaban construyendo la
carretera, pero al no haber mucha maquinaria, se avanzaba muy lento. Por
fin, el año 1938 llega a la población, con anticipación
se construyó la carretera de Satipo a Río Negro. A comienzo
del año se fundó la Granja Experimental, bajo la dirección
de Ingenioso Sánchez del Aguila. Se creó el internado de
25 alumnos, que nos cayó muy bien, pues podíamos vender huevos,
aves y demás productos.
Como éramos amigos
con los ingenieros, nos visitaban, así como al español.
En el mes de noviembre del
año 1939 declararon Distrito a Satipo, con su primer alcalde don
Augusto Hilser, que vivía en San Pedro y anteriormente trabajó
como Perito de la Colonia.
En 1939 ya cosechábamos
algo de café, primero vendíamos en la casa y luego llevábamos
a Huancayo. Me hice amigo de una familia de colonos, la Sra. Sara, la madre,
Manuel con cuatro hijos, Lidia y un varón Honorio, estudiaban en
la Granja. En las tardes de los sábados íbamos a pasar un
rato, al menos el que escribe empezó a cortejar a Lidia, que era
muy amable, pero no accedió a mis ilusiones, le tenía gran
estima y fue, años después, madrina de mi hija Ketty. |